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miércoles, 20 de enero de 2016

El Paraíso de la Represión

Supongamos que existe un país que sufre un golpe de estado, toma el poder una tiranía que persigue a un sector de la población al que acusa de todos los males posibles, les adjudica una enorme crueldad y hace una incesante campaña de odio para conseguir que el pueblo los desprecie. Esta dictadura en un año asesina a un millón de personas utilizando grupos de tareas paramilitares y mafias que operan en las sombras. Ninguna de esas personas fue sometida a juicio previo para demostrar el cometido de delito alguno que no fuera la etiqueta que les colgaron sus brutales captores.
Si usted es una persona sensata va a sentir repulsión por lo que le estoy contando, los hechos ocurrieron y procuramos contarlos de la manera más neutral y objetiva posible.
Es en este momento donde los lectores se preguntan si hablamos de la Alemania Nazi, el Stalinismo o la España de Franco. No se trata de ninguno de esos regímenes cuestionados (y no tanto) desde las aparentemente correctas democracias occidentales, nos estamos refiriendo al caso de la dictadura que se instaló en Indonesia en 1965 y que fue avalada por EEUU.

El "Modelo" asiático de falta de justicia
Los crímenes perpetrados por esta dictadura encabezada Maji Mohamed Suharto alcanzarían el millón de víctimas sólo entre 1965 y 1967, entre éstas había sindicalistas, militantes de partidos de izquierda, intelectuales e inmigrantes chinos sospechados de ser agentes maoistas, todos acusados de "comunistas" que era el mote elegido para justificar cualquier atrocidad en contra de estos sectores.
El régimen Indonesio no sólo usó las fuerzas de seguridad y militares para desarrollar la represión, contó con el apoyo de fuerzas paramilitares (como la Juventud Pancasila, grupo nacionalista-fascista que existe actualmente y cuenta con unos 3 millones de miembros) y bandas de sicarios (gángsters o matones) que operaban como verdaderas mafias.
Ninguno de estos criminales recibió un juicio justo, ni siquiera han pasado un mínimo tiempo en la cárcel, son homenajeados casi como héroes nacionales y ese grado de impunidad hace que estos individuos cuenten con lujo de detalles (y morboso placer) cómo asesinaban a sus víctimas. Aún hoy muchos de estos sicarios siguen viviendo del chantaje o intentando conseguir un cargo político.

Represores indonesios disfrutando su libertad
Toda dictadura tiene su periodismo independiente
Los regímenes dictatoriales necesitan de una prensa cómplice (o a veces, directora de los actos del tirano), en los periódicos indonesios se avalaban los actos anticomunistas, observando las atrocidades sólo de un solo lado (las que habrían cometido los comunistas, por supuesto) para generar el odio suficiente entre los lectores que los haga justificar cualquier atrocidad contra estos grupos. Incluso algunos interrogatorios se llevaron a cabo en las oficinas de éstos periódicos y algunos gerentes de estos medios oficiaban de "jueces" para determinar si el interrogado era comunista o no (más por capricho que por pruebas fehacientes) y así determinar si el acusado de comunista merecía ser asesinado.
Los asesinatos que se mencionan cuentan con una cuota de crueldad inhumana.
Hasta hoy la propaganda anticomunista se sigue basando en una permanente política del odio y de mitos infundados para alejar a la población del "comunismo", entiéndase militar en partidos de izquierda, cuestionar el orden establecido o manifestar cierto ateísmo religioso.
Como muestra basta un botón, la periodista de Le Monde Diplomatique, Lena Bjurström, cita el mito en donde 6 militares indonesios fueron seducidos por 6 mujeres que en realidad eran "militantes comunistas", quienes castraron a los incautos uniformados que luego murieron desangrados. Éstas 6 muertes fueron presentadas así en las radios, tv y periódicos en 1965, y así lo creyó la población. Lo cierto es que estos 6 militares nunca fueron emasculados y sus muertes se debieron a otras causas. La mentira nunca se eliminó porque generaba un nivel de rechazo necesario hacia el enemigo que enfrentaba la dictadura. Aquellos medios se creerían que estaban escribiendo los libros de historia del futuro, tanto no se equivocaron, los niños indonesios siguen aprendiendo esta "historia" como la contaron los medios afines a los asesinos.

Una tiranía bien cubierta
Entre los soportes del régimen de Suharto no sólo estaba la CIA como colaborador externo, la oligarquía local, las fuerzas armadas, organizaciones fascistas y bandas criminales locales, sino también lo apoyaban agrupaciones islámicas.
Indonesia es el país musulmán más poblado del planeta, y muchas agrupaciones religiosas veían en el comunismo (en esta amplia acepción que se le dio en ese país) a una corriente atea que debilitaría la fe tradicional del país.
Los horribles hechos ocurridos en Indonesia se dieron en pleno marco de la Guerra Fría y en el contexto regional de la Guerra de Vietnam hacia donde apuntaban todas las miradas. Woodstock se hizo para protestar contra esa guerra, pocos sabían las barbaridades ocurridas en Indonesia en esa misma época. Quizá no hubo reclamos por esta tiranía porque los actos eran cometidos por individuos locales, a diferencia del caso vietnamita donde los marines estadounidenses cobraron un papel protagónico en la contienda.

Suharto con el Presidente de EEUU Ronald Reagan
Hay dictaduras buenas y malas
El régimen de Suharto duró 31 años, aunque la trama de crimen y de fuerzas represoras perduran hasta hoy, sobreviviendo al tirano que les dio apoyo e impunidad. Estos crímenes no privaron a Suharto a reunirse con los principales líderes de occidente, ni de sufrir ningún tipo de embargo económico, intimación militar o injerencia conspirativa como padecieron estados como Irán, Cuba o Venezuela que ni de casualidad alcanzaron semejantes niveles de represión.
Por estos días cobró repercusión la prueba de una presunta bomba de hidrógeno realizada por Corea del Norte. Éste régimen, demonizado por occidente, argumentó que la prueba de esta bomba (varias veces más potente que la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima en 1945) es para defenderse de cualquier agresión externa. Quizá Corea del Norte tendrá razones para tomar medidas tan extremas observando lo ocurrido en Indonesia.

La CIA, la oligarquía local, organizaciones nacionalistas financiadas misteriosamente, militares, medios de comunicación, organizaciones religiosas, los métodos de propaganda para nuclear a diversos enemigos bajo un mismo mote, ....¿no ha ocurrido esto ya en otras partes del mundo? ¿no era esto el anuncio de lo que ocurriría años después en Sudamérica en el marco del Plan Cóndor?
Los métodos de estos conspiradores nunca han cambiado, siempre fueron los mismos, pero pocas veces se nos permite ver sus actos similares en distintas partes del mundo y en diferentes momentos de la historia



La película que hoy les presentamos es el documental de Joshua Oppenheimer: The Act of Killing, premiado en varios festivales. A veces brutal, con escenas sádicas o fellinescas, refleja como un grupo de sicarios del régimen cuentan en su propia película de propaganda sus actividades en los años más oscuros de la dictadura de Suharto.
Indonesia sigue siendo un país empobrecido, fuente de mano de obra barata para las multinacionales, cabe preguntarse, ¿de qué protegieron estas mafias al pueblo indonesio?¿Hoy este país estaría mucho peor de lo que está?
Por suerte en América Latina no llegamos a este grado de impunidad obscena, aunque no se crean que faltó tanto...

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