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jueves, 10 de enero de 2019

La historia del fascismo italiano

En tiempos en los que muchas sociedades parecen tomar posturas ideológicas extremas, conviene revisar qué antecedentes existen en la historia para no caer, nuevamente, en penosísimos errores.
Recientemente hemos publicado algunas afirmaciones sostenidas por el escritor italiano Umberto Eco sobre las características representativas de los fascismos, que pueden ser varios, tomar diferentes formas, pero que contienen ciertos factores comunes.
El documental que aquí les presentamos confirma los dichos de Eco sobre las características típicamente mesiánicas, agresivas, militaristas y paranoicas del fascismo italiano, al que algunos, erróneamente, definen como el único fascismo que existió.


Benito Mussolini
Un Duce con pasado socialista
Benito Mussolini provenía de una familia socialista, su padre le puso ese nombre en honor al revolucionario mexicano Benito Juárez. Hombre agresivo e irascible, encontró en el periodismo una forma de llevar sus ideas al pueblo italiano que terminó devastado por el resultado de la Primera Guerra Mundial. Si bien Italia combatió en el bando ganador, se llevó mucho menos que sus aliados como botín de guerra, ni siquiera pudo recuperar ciertos territorios que le habían pertenecido en el pasado y había perdido a manos del Imperio Austro-húngaro.
En una sociedad que atravesaba una crisis de posguerra, es fácil que prendan discursos mesiánicos delirantes. Los primeros actos de los camisas negras fueron de hostigamiento a obreros, líderes sociales y sindicales que en muchos casos terminaban en brutales asesinatos. El fascismo, si bien estaba en minoría en un principio, pudo ir ganando popularidad en la sociedad al insistir sobre la inoperancia, debilidad o corrupción de las estructuras políticas y sindicales italianas, algo que los partidos de derecha de la actualidad siguen afirmando sobre sus opositores.
Los años de crecimiento del fascismo italiano se explican por una alianza tácita con el partido gobernante (el partido liberal... los nombres no son casuales, quién dijo que liberales y fascistas en el fondo no son aliados?) temía al crecimiento del comunismo y a la posible sovietización de los obreros italianos, es por esto que el surgimiento de un partido anticomunista con arrastre popular le vino como anillo al dedo a la clase dominante.
Otro detalle de aquel fascismo que lo asemeja a los actuales es el favoritismo de las élites dominantes, el fascismo congregó las simpatías de empresarios y terratenientes temerosos del bolchevismo, así también las clases medias que aceptaron el discurso del orden para salir de la crisis y de una mano dura a nivel político y hasta de sectores populares que creyeron algunas de las proclamas iniciales del Duce  además de haber sido coptados por el plan de autarquía que abrió fuentes laborales durante el régimen de Mussolini.

Mussolini con Hitler
El desastre bélico
El talón de Aquiles de los fascistas es su papel mesiánico, se ponen objetivos difíciles de cumplir, en el caso del fascismo italiano era recuperar la gloria perdida de tiempos del Imperio Romano, para ello Italia debía transformarse en una potencia imperial en un mundo que ya estaba prácticamente repartido. Para alterar este escenario se debía desencadenar una nueva guerra (muy a tono con el discurso siempre belicista del Duce) donde Italia obtuviera "lo que merecía", y qué mejor que el surgimiento de Adolf Hitler en Alemania, otro belicista, para tener un aliado fuerte.
Mussolini no tuvo en cuenta un detalle para nada menor, los pocos antecedentes de Italia en la guerra moderna (recordemos que Italia se conformó como país recién en la década de 1860) fueron más bien desastrosos y en la Segunda Guerra Mundial este aspecto no cambiaría. Para Hitler, Italia fue más bien un lastre que un aliado.
Con decepción Mussolini observaba que las derrotas de sus tropas se sucedían, que el sueño de la Italia imperial se derrumbaba, y que para humillación, Alemania debía encargarse de combatir en conflictos que las fuerzas de Mussolini iniciaban pero que no podían concluir por su incapacidad bélica.
Italia terminó invadida, con una guerra civil (porque como pasa en la actualidad, no se crean que este desastre hizo que el fascismo se quedara sin adeptos) y el final del Duce fue igual de deplorable: fusilado y colgado de los pies en una plaza de Milán.

Ante discursos belicistas, agresivos, a respuestas fáciles y drásticas en tiempos de crisis, ante la supresión del pensamiento, del análisis frío y crítico, viene bien repasar un poco que nos ocurrió en el pasado cuando algún iluminado vino con este tipo de "soluciones" a problemas muy complejos.