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miércoles, 4 de abril de 2018

El aliado imperfecto

Lo que conocemos de Afghanistan es que fue la última guarida del (fallecido?) terrorista Osama Bin Laden, pero pocos cuentan lo que fue la injerencia de otros estados tanto en cuestiones militares, políticas, sociales como religiosas que destruyeron la esperanza de construir una sociedad moderna en el corazón de Asia.
La posición geográfica de Afganistán es estratégica, históricamente fue lugar de paso de las mercancías entre Europa y extremo Oriente, muchas potencias intentaron controlar este territorio que casi triplica a la superficie de Gran Bretaña.
Durante la Guerra Fría, este país limítrofe con la Unión Soviética y China atrajo la atención de EEUU para formar una especie de sueño capitalista a pocos kilómetros de los "rojos". Muchas empresas estadounidenses se instalaron en la provincia de Helmand para realizar grandes obras que llevarían progreso al pueblo local, o al menos eso era lo que se decía.
Lo cierto es que con el tiempo la política hacia Afganistán cambió y el plan sobre Helmand no fue más allá que anegar ciertas regiones áridas posibilitando los cultivos, principalmente el de la amapola de la que se extraen el opio y la heroína.
Entre los motivos que alteraron la política sobre Afganistán, la creación del estado de Israel y el rechazo de los países árabes hicieron que EEUU arme alianzas con otros estados para que no peligre su bastión de oriente medio. Los países árabes productores de petróleo acordaron a principios de los 70 una serie de medidas económicas en torno al crudo que perjudicaban los intereses estadounidenses, lo cual forzó a Washington a realizar acuerdos y otorgar algunas concesiones. Uno de los países más beneficiados con esta estrategia fue Arabia Saudita.
Salman Bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudita
La monarquía saudí es de carácter absolutista, se sabe que hay pena de muerte y que las mujeres tienen recortados derechos básicos. El gobierno árabe es esencialmente confesional y sigue una rama del islam llamada wahabita, una de las más retrógradas del culto islámico.
Los wahabitas no solo son conservadores a ultranza, también detestan todo lo que provenga de occidente. Los monarcas saudíes usaron su forma de presión (el precio del petróleo) para forzar a EEUU a transformar a Arabia Saudita en una potencia regional, solo Israel cuenta con más concesiones militares, económicas y políticas por parte de EEUU que Arabia Saudita.

En occidente tenemos un concepto equivocado del Islam como si fuera una religión de fundamentalistas atrasados, pero esto es erróneo. Sobran datos históricos acerca del interés por la ciencia y la cultura en países de credo musulmán mucho antes de que en Europa existiera un desarrollo del conocimiento que no fuera considerado pecaminoso.
La corriente del wahabismo, minoritaria en el mundo árabe hasta los años '80, se fue propagando con el poder saudí ligado a diversas interpretaciones del rechazo a los occidentales. Esto fue utilizado, paradojicamente, por potencias occidentales a su favor. Por ejemplo la resistencia afgana a la invasión soviética de la década del '80 se fundó principalmente en una enérgica prédica religiosa de los mujaidines, la milicia de resistencia afgana, entrenada por saudíes, entre ellos, Osama Bin Laden. Estas milicias de fanáticos también contaron con apoyo de la CIA quien no objetó la peligrosa tendencia religiosa de estas guerrillas.
Con los años, una vez caída la URSS, estos grupos entrenados y armados comenzaron a influir políticamente en varios países como Yemen, Pakistán, Somalia y Afganistán. Fue en este último donde más se centró la atención porque era el país donde se escondía Osama Bin Laden, quien se adjudicó varios atentados contra EEUU, en particular el de las Torres Gemelas del 11 de Setiembre de 2001. Afganistán estaba siendo gobernado por los Talibán, una secta de fanáticos que impuso la sharía, una ley islámica radical que retrotrajo al país a la Edad Media. Muchos de estos Talibán fueron los mujaidines que con ayuda de la CIA y Arabia Saudita expulsaron a los soviéticos.
Una vez destruido e invadido Afganistán tras el 11-S, el germen del fundamentalismo islámico se esparció ligado a agrupaciones terroristas armadas que pretenden formar un califato. Estos grupos están enraizados en Siria e Irak bajo el nombre de ISIS, mientras que en Afganistán y Pakistán aún subsisten focos talibán que aspiran a retomar el poder. No menos preocupante es la situación en Yemen, país vecino de Arabia Saudita que sufre periódicamente bombardeos de la OTAN como de la monarquía Saudí.
Este documental de Adam Curtis nos muestra como surgió el fundamentalismo islámico y gracias a quienes. Lo que se llama criar cuervos...