La verdad, aunque esté en minoría, sigue siendo la verdad...

La burguesía disfraza su propio interés particular, para que de tal forma, ese interés particular forme parte del interes general

lunes, 30 de octubre de 2017

FMI Parte 3: La alegría no es brasileña

Tras años de reformas progresistas, Sudamérica observa un retorno a las políticas de derecha. Los tiempos donde grandes masas de pobres ganaban derechos y engrosaban las clases medias parecen haber quedado en el pasado.
Esto no fue casual, los sectores reaccionarios de los distintos países desarrollaron un discurso durante años que fue asimilado por importantes sectores de estos países gracias a la colaboración de los grandes medios de comunicación, generalmente afines a los intereses de las oligarquías locales.
Afirmaciones como "el mal ejemplo de la dictadura venezolana" o "la corrupción inherente a los gobiernos populistas", repetidas hasta el hartazgo con noticias, casi siempre sin confirmar, que confirmarían estas "verdades", se hicieron eco en la población de nuestros países, incluso en aquellos beneficiados por los gobiernos populistas corruptos. Esto se sumó al retraimiento de la economía a nivel mundial debido a la crisis de 2008-09 en EEUU (¿cuantas veces sospechamos de las crisis provocadas?) que acarreó una caída en el precio de las commodities (productos primarios) de los que aún la gran mayoría de los países latinoamericanos depende.

Luiz Inácio "Lula" da Silva
Quien quiera controlar Sudamérica, debería dominar Brasil, el país más grande del subcontinente y una de las 10 economías más importantes del mundo. El Partido de los Trabajadores (PT), liderado por el dirigente gremial Luiz Inácio "Lula" da Silva, logró acceder al poder la década pasada tras algunos fracasos electorales durante los años ´90. Durante el gobierno de Lula, salió de la pobreza una población similar al total de habitantes de Argentina, el desarrollo brasileño era puesto como ejemplo hasta por dirigentes de derecha de otros países latinoamericanos. El prestigio de Lula fue tal, que logró ubicar en la presidencia a una casi desconocida, Dilma Rousseff.          Sin embargo, la reactivación de la cuarta flota determinada por el presidente de EEUU, Barack Obama y la crisis antes mencionada, sumados a una creciente campaña mediática en contra del gobierno, se empezaron a suceder las protestas en todo Brasil y la imagen de los políticos oficialistas empezó a caer en picada. Cuando el desgaste era ya considerable, los sectores conservadores se sintieron animados para desalojar del poder a la primera mandataria. Como estaban lejos aún de las elecciones presidenciales (que así y todo corren el riesgo de perder) decidieron suspenderla alegando peregrinas acusaciones de corrupción en una vergonzosa sesión parlamentaria donde no faltaron encendidos discursos de contenido fascista.
Michel Temer
Un problema que siempre tuvo el PT fue la alianza que hizo con sectores de un partido parásito: el PMDB (Partido de Movimiento Democrático Brasileño), un histórico partido de centro-derecha que no consigue acceder al gobierno sin realizar alianzas pero que tiene una gravitación enorme contar con su apoyo para gobernar Brasil.  Ya esto se vio en la destitución del ex presidente Fernando Collor de Melo cuyo partido de los trabajadores cristianos hizo alianza con el PMDB. Collor de Melo renunció acusado de corrupción y lo sucedió su vice, Itamar Franco... del PMDB.
La historia se repitió con Rousseff que terminó destituida y reemplazada por el impopular Michel Temer (del PMDB, por supuesto) quien inmediatamente comenzó con reformas de corte neoliberal.
En este documental repasamos la historia de la relación entre el FMI y el Brasil neoliberal, historia que hoy muchos quieren que olvidemos.