El título está inspirado en un gran cuento del escritor Roberto Fontanarrosa, pero se aplica a esta etapa de la historia.
Nunca como en la actualidad las corporaciones económicas tuvieron tanto poder. Es tal que desafía al de los mismos países, e incluso rige las políticas del imperio de turno (EEUU), y somete a continentes enteros que no se animan a torcer el rumbo para salir de la crisis (Europa).
El estereotipo de la corporación económica nace en EEUU por los años de la Guerra de Secesión, junto al fin de la esclavitud y a la igualdad de derechos entre negros y blancos se le otorgaron derechos a otro tipo de "personas": las corporaciones, allí surgen tal como las conocemos hoy día.
El problema con estas "personas" es que si uno las analiza desde una perspectiva psicológica, deduce que toda corporación tiene perfil psicópata. Estas multinacionales no guardan ningún rasgo de humanidad. No les importa dañar el medio ambiente, explotar trabajadores o dejar un peor planeta para el futuro mientras se busca ganar más y más dinero.
Mucho más allá de la legalidad
La ideología impuesta por los seguidores de Milton Friedman, el Neoliberalismo, ha conseguido que los gobiernos estén cada vez más débiles ante las corporaciones, a tal punto que las leyes penales por delitos económicos, laborales o medioambientales cometidos por estas compañías son prácticamente inocuos. Máxime si se trata de una multinacional que amenaza con desinvertir en el país (esa palabra tan temida por gobiernos neoliberales) o con capacidad para coaccionar en la justicia. Hoy a las corporaciones se les permiten maniobras que el sentido común entiende como DELITOS, pero cualquier acción que intente sancionarlas es seguida por una lluvia de críticas de los medios de comunicación tendientes a hablar de la "inseguridad jurídica" y del apoyo de otras corporaciones que aspiran a no recibir reprimendas ante sus caprichos.
El modelo económico está podrido, todo gobierno con sensatez que intente hallar un capitalismo bondadoso fallará. En los países subdesarrollados el estado debe lidiar con la deshonestidad de los grandes grupos económicos que insisten en rebelarse contra cualquier cambio en las reglas del juego que afecten sus intereses y privilegios.
Lo necesario de lo inútil: el consumo en exceso
Este modelo capitalista se caracteriza por crear necesidades completamente inútiles. Antes una persona compraba comida porque tenía hambre, o ropa porque la que tenía estaba gastada o muy vieja. En la antiguedad uno mismo se daba cuenta de la necesidad, hoy gracias a la publicidad y a la tiranía de las modas el sistema nos obliga a comprar tal ropa, a comer tal cosa o en tal lugar (porque lo hace todo el mundo) o a comprar un nuevo teléfono móvil porque nuestros amigos se burlan nuestro viejo aparato (aunque funcione), a tentarnos con golosinas, con nuevas bebidas, con ropa, con drogas (legales), a tentar a los niños abusándose de su falta de madurez para que ejerzan presión sobre los padres generando caprichos y rabietas.
Neoliberalismo y Democracia: dos que no se quieren
Las corporaciones no se rigen a una frontera determinada, abusan del sentido de los "capitales golondrina", aquellos que cambian de país cuando la situación se torna desfavorable, esto es, cuando se exige que se respeten los derechos laborales, cuando se trabaja para una baja desocupación (esto dificulta obtener trabajadores baratos) o ante cualquier intervención estatal en el manejo de precios o legislación fiscal.
Luego de ver estos 3 documentales en uno de La Corporación da la impresión que el aceptar este modelo económico-social-cultural nos deshumaniza, nos aleja de sus perjuicios (porque nos cuesta verlos, estamos lejos o son temas que los medios de comunicación malintencionadamente no tratan).
Aquí aparece el verdadero poder, aquel que logra dividir pueblos y que termina por hacernos pensar lo que ellos nos inducen que pensemos, con el único propósito de mantener su hegemonía estos oligarcas nos dicen entre qué opciones debemos elegir y a eso le dicen democracia...
Algunas veces se les escapan situaciones imprevistas, Cuba es quizá el mejor ejemplo de un país que vive sin corporaciones en su territorio y logra que su pueblo viva con dignidad, quizá eso los enfurece, que exista algo alternativo mejor. No hay modelo más antidemocrático que el neoliberal. Todo tiende a que unas pocas empresas dominen el mercado y ante cada crisis el mercado se achica, el número de empresas competidoras por rubro es menor (contradiciendo los principios liberales de Adam Smith) y para colmo esas empresas son más o menos las mismas que dominan los mercados de todo el mundo. Las empresas locales tienen un horizonte de acción muy pequeño, restringido a los intereses de las grandes multinacionales extranjeras.
¿Llegaremos a ver un mundo sin corporaciones? O al menos un mundo de empresas pequeñas, acotadas a UN país y sujeta a sus leyes. O quizá un mundo donde proliferen las cooperativas, un modelo donde todos sean parte de las ganancias sin patrones.
Mientras tanto aquí están los plutócratas, los señores que nos incentivan a comprar regalos en Navidad, a que aceptemos Halloween y San Valentín para provecho propio, los que nos ofrecen ofertas de fin de semana luego de haber aumentado los precios la semana anterior, los que viven de usted y de mi sin que lo notemos y para colmo, se supone que debemos admirarlos.
"El desorden es la antesala del Neoliberalismo" Nunca como en la actualidad las corporaciones económicas tuvieron tanto poder. Es tal que desafía al de los mismos países, e incluso rige las políticas del imperio de turno (EEUU), y somete a continentes enteros que no se animan a torcer el rumbo para salir de la crisis (Europa).
El estereotipo de la corporación económica nace en EEUU por los años de la Guerra de Secesión, junto al fin de la esclavitud y a la igualdad de derechos entre negros y blancos se le otorgaron derechos a otro tipo de "personas": las corporaciones, allí surgen tal como las conocemos hoy día.
El problema con estas "personas" es que si uno las analiza desde una perspectiva psicológica, deduce que toda corporación tiene perfil psicópata. Estas multinacionales no guardan ningún rasgo de humanidad. No les importa dañar el medio ambiente, explotar trabajadores o dejar un peor planeta para el futuro mientras se busca ganar más y más dinero.
Mucho más allá de la legalidad
La ideología impuesta por los seguidores de Milton Friedman, el Neoliberalismo, ha conseguido que los gobiernos estén cada vez más débiles ante las corporaciones, a tal punto que las leyes penales por delitos económicos, laborales o medioambientales cometidos por estas compañías son prácticamente inocuos. Máxime si se trata de una multinacional que amenaza con desinvertir en el país (esa palabra tan temida por gobiernos neoliberales) o con capacidad para coaccionar en la justicia. Hoy a las corporaciones se les permiten maniobras que el sentido común entiende como DELITOS, pero cualquier acción que intente sancionarlas es seguida por una lluvia de críticas de los medios de comunicación tendientes a hablar de la "inseguridad jurídica" y del apoyo de otras corporaciones que aspiran a no recibir reprimendas ante sus caprichos.
El modelo económico está podrido, todo gobierno con sensatez que intente hallar un capitalismo bondadoso fallará. En los países subdesarrollados el estado debe lidiar con la deshonestidad de los grandes grupos económicos que insisten en rebelarse contra cualquier cambio en las reglas del juego que afecten sus intereses y privilegios.
Lo necesario de lo inútil: el consumo en exceso
Este modelo capitalista se caracteriza por crear necesidades completamente inútiles. Antes una persona compraba comida porque tenía hambre, o ropa porque la que tenía estaba gastada o muy vieja. En la antiguedad uno mismo se daba cuenta de la necesidad, hoy gracias a la publicidad y a la tiranía de las modas el sistema nos obliga a comprar tal ropa, a comer tal cosa o en tal lugar (porque lo hace todo el mundo) o a comprar un nuevo teléfono móvil porque nuestros amigos se burlan nuestro viejo aparato (aunque funcione), a tentarnos con golosinas, con nuevas bebidas, con ropa, con drogas (legales), a tentar a los niños abusándose de su falta de madurez para que ejerzan presión sobre los padres generando caprichos y rabietas.
Neoliberalismo y Democracia: dos que no se quieren
Las corporaciones no se rigen a una frontera determinada, abusan del sentido de los "capitales golondrina", aquellos que cambian de país cuando la situación se torna desfavorable, esto es, cuando se exige que se respeten los derechos laborales, cuando se trabaja para una baja desocupación (esto dificulta obtener trabajadores baratos) o ante cualquier intervención estatal en el manejo de precios o legislación fiscal.
Luego de ver estos 3 documentales en uno de La Corporación da la impresión que el aceptar este modelo económico-social-cultural nos deshumaniza, nos aleja de sus perjuicios (porque nos cuesta verlos, estamos lejos o son temas que los medios de comunicación malintencionadamente no tratan).
Aquí aparece el verdadero poder, aquel que logra dividir pueblos y que termina por hacernos pensar lo que ellos nos inducen que pensemos, con el único propósito de mantener su hegemonía estos oligarcas nos dicen entre qué opciones debemos elegir y a eso le dicen democracia...
Algunas veces se les escapan situaciones imprevistas, Cuba es quizá el mejor ejemplo de un país que vive sin corporaciones en su territorio y logra que su pueblo viva con dignidad, quizá eso los enfurece, que exista algo alternativo mejor. No hay modelo más antidemocrático que el neoliberal. Todo tiende a que unas pocas empresas dominen el mercado y ante cada crisis el mercado se achica, el número de empresas competidoras por rubro es menor (contradiciendo los principios liberales de Adam Smith) y para colmo esas empresas son más o menos las mismas que dominan los mercados de todo el mundo. Las empresas locales tienen un horizonte de acción muy pequeño, restringido a los intereses de las grandes multinacionales extranjeras.
¿Llegaremos a ver un mundo sin corporaciones? O al menos un mundo de empresas pequeñas, acotadas a UN país y sujeta a sus leyes. O quizá un mundo donde proliferen las cooperativas, un modelo donde todos sean parte de las ganancias sin patrones.
Mientras tanto aquí están los plutócratas, los señores que nos incentivan a comprar regalos en Navidad, a que aceptemos Halloween y San Valentín para provecho propio, los que nos ofrecen ofertas de fin de semana luego de haber aumentado los precios la semana anterior, los que viven de usted y de mi sin que lo notemos y para colmo, se supone que debemos admirarlos.
Aldo Ferrer, economista argentino