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domingo, 4 de octubre de 2015

Las mujeres en la II Guerra Mundial

Todos sabemos que el nazismo encuadra una ideología xenófoba, racista y antisemita plagada de mitos acerca de la existencia de una "raza superior" que Hitler trató promover y convertir en una casta dominante en Europa y eventualmente en el resto del mundo.
Sin embargo no hay tantas referencias a las cuestiones de género, no abunda información sobre el papel de las mujeres en el Tercer Reich y el rol que los jerarcas nazis les tenían reservado.
Como ya dijimos en publicaciones anteriores, los Nazis no fueron un grupo de locos que cometieron atrocidades, las cometieron acorde a ciertas formas de pensar que estaban de moda en la época como la creencia de que hay razas superiores a otras (postura que sostuvieron varios científicos por  décadas y que propusieron la Eugenesia como método para promover la reproducción de estas razas "mejores"). El machismo también era propio de la época. Creer que las mujeres sólo sirven para atender al hombre y procrear es un prejuicio que aún existe en nuestros días.
Adolf Hitler y Eva Braun

El machismo que tanto se achaca a culturas como la latina o islámica, no era ajena a los países anglosajones a pesar de que, salvo excepciones, las mujeres consiguieron reconocimientos de muchos derechos primero en estos países.
El Nazismo se enmarca en este pensamiento de la época con experiencias particulares de los jerarcas nazis (todos hombres) con el sexo opuesto y como ocurrió con la cuestión de la pureza racial, llevó a cabo una política abominable.

Hitler en su juventud tuvo suerte esquiva en el amor, no se le conocen grandes amoríos en esta etapa que atravesó entre los campos de batalla durante la Primera Guerra Mundial y una frustrada carrera artística. Sin embargo su papel como líder del Partido Nacional-Socialista Alemán le dio cierta fama en particular entre las mujeres alemanas.
Los Nazis sostenían que había que captar el apoyo de las mujeres como base fundamental para sostener al régimen. Hitler y su jefe de propaganda Joseph Goebbels dedicaban discursos a las mujeres donde ensalzaban su rol de protectoras de la familia, de progenitoras y de soporte para los hombres. Para ello se promovieron programas de cuidado de salud para las mujeres  y hasta competencias deportivas. Se pregonaba la belleza de la mujer aria porque, se creía, ésta gestaría a los hombres del mañana, arios que se superarían generación tras generación...
Para esto se aceptaban las uniones de mujeres arias (aquellas rubias, altas, de ojos azules que además cumplieran físicamente con ciertos parámetros biométricos) con hombres de la misma categoría, y en general militares, sin importar que estuvieran casados porque "era por la causa del Führer".
La degradación fue tal que muchos de estos niños nacidos de estas uniones eran criados en campos de adoctrinamiento y separados de sus familias (por llamarlas de alguna manera). Las encargadas de esta crianza eran enfermeras y niñeras alemanas militantes de la causa nazi.
Mujeres prisioneras de Ravensbrück
La adhesión de muchas mujeres se debía a cierta combinación de sumisión, típica de la época, a una figura masculina como Hitler que mostraba una rígida forma de mando. Para ello el Führer debía mantener cierto misterio sobre cuestiones sentimentales que pudieran humanizarlo y por lo tanto, debilitarlo. Por esto Hitler mantuvo oculta su relación con Eva Braun, quizá el amor más importante de su vida (suponiendo que este monstruo haya sentido amor o algo parecido por una mujer). La relación con Eva Braun trascendió luego de la guerra y se rescataron algunas películas realizadas por Braun en una paradisíaca localidad alpina donde ella vivía y se mantenía alejada de las masacres perpetradas por el régimen de su amado.
Vale aclarar que otras tantas mujeres alemanas no adherían al régimen y muchas fueron perseguidas y llevadas a campos de concentración para mujeres, como el de Ravensbrück por ejemplo, acusadas de comunistas o por ser judías o gitanas. No siempre estos campos eran manejados por mujeres, en muchos la calamidad era administrada por hombres quienes propiciaban toda clase de vejámenes sobre sus prisioneras.






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