El mundo de la publicidad ya no se restringe al lacónico mensaje "consuma Cerveza X", "Beba Y-Cola" o "Use desodorante Z", desde hace años nos hemos acostumbrado a que cualquier aviso publicitario hace referencia al éxito, sexo, felicidad, juventud y belleza aunque los productos ofrecidos no confirmen lo que los avisos afirmen de ellos.
Clásico aviso de la Agencia Americana (EEUU) de publicidad |
Esto explica la base del modelo de consumo donde continuamente nos generan la necesidad de adquirir productos que no nos mejoran la vida, pero eso es lo que nos hacen creer.
¿De qué manera nos convencen de la importancia de obtener objetos o servicios que no necesitamos?
Algo muy estudiado en el mundo publicitario son los mensajes subliminales, aquellos que no son detectados por el consciente (no son evidentes), sino por el subconsciente lo cual nos hace elegir una marca por sobre otra "porque sí" independientemente de sus calidades, aunque este mensaje nos haría creer que elegimos el mejor.
Los mensajes subliminales hacen las delicias de los amantes de las teorías conspirativas quienes encuentran mensajes ocultos en dibujos animados, películas, avisos publicitarios, letras de canciones y hasta en textos "inocentes" si se les suprimen ciertas palabras respetando algún patrón lógico. Muchas de estas interpretaciones son caprichosas, puesto que quien se proponga encontrar un mensaje "satánico" al pasar al revés una canción, seguramente lo encontrará, más si a la persona que hace el experimento le desagrada la canción, el grupo que la ejecuta o su género. La perversión en esos casos proviene más de los intérpretes del mismo mensaje, que del mensaje en sí.
Mensaje sexual cubriendo la cabeza y la copa en el lado derecho |
Estas técnicas producen "tiranos con buena onda" a diferencia de aquellos grandes hermanos de mediados de Siglo XX con gesto antipático y vestidos de fajina.
La alegría, la seducción sexual, el humor o la ternura son herramientas fomentadas ya no sólo desde la publicidad para ofrecer productos y servicios, algunos partidos políticos de ideología antipopular contratar a expertos publicistas para moldear un mensaje dirigido a sectores de la población a quienes sin duda perjudicarán con sus políticas en el caso que sean elegidos.
Hemos visto con anterioridad que estos mensajes también se destinan a los niños, un público vulnerable a estas tácticas, ellos son presa fácil a la hora de ofrecerles un juguete o una golosina, incluso se alienta en las niñas el uso de ropa o maquillajes más acordes a las adolescentes o a mujeres adultas. La publicidad trabaja en las ansias de ser mayor de muchas niñas ampliando el "mercado adolescente" cuando muchas aún no abandonaron las muñecas. Estas técnicas nos adaptan desde pequeños a que seamos consumistas, a que seremos más felices si tenemos lo último, lo nuevo, lo que está de moda, así los otros no me criticarán por ser anticuado.
La generación de inconformidad apunta más lejos, se sabe que la gente disconforme con su vida consume mucho más que aquellos que están felices con lo que tienen. Estos últimos consumen cuando es extremadamente necesario. A las mujeres, por ejemplo, se las hostiga con la moda, con el exceso de peso, con los dolores menstruales que "mágicamente" deben ser aliviados, las estrías, las arrugas y con el correcto cuidado del hogar y los niños, aunque suene vetusto. A los hombres en cambio se les asigna un mensaje de tono sexista o competitivo, también se usan iconos admirados por el público masculino: "Si esa máquina de afeitar la usa Lionel Messi, que es exitoso, la tengo que usar yo también".
Cabe preguntar cuántas cosas nos han hecho creer sin decírnoslo abiertamente, y las hemos aceptado sin cuestionamientos. Jeff Warrick se preguntó lo mismo e hizo este documental.
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