En estos tiempos se viene hablando mucho de la técnica del fracking o fractura hidráulica que permite extraer petróleo y gas de sitios antes inaccesibles. Dicha técnica consiste en taladrar el suelo hasta una cierta profundidad y luego girar el taladro 90° y seguir agujereando la roca hasta llegar al pozo en cuestión.
Ahí no termina el asunto, la polémica radica en los fluidos que las empresas extractoras utilizan para evitar que la roca fracturada se cierre de nuevo y para permitir una buena salida del hidrocarburo. El componente fundamental que se aplica periódicamente a tal efecto es agua combinada con diversos ácidos (clorhídrico, cítrico), arena y sales (cloruro de sodio, sales de boro) aunque no se descarta que algunas empresas usen compuestos más fuertes, hasta con componentes radioactivos.
Un problema importante es qué se hace con el agua sucia que sirvió para apuntalar el yacimiento, no se puede reutilizar y no siempre se le da un tratamiento ecológico y simplemente se la tira "a escondidas" en apartados cursos de agua contaminándolos o en campos desérticos y no tanto.
Los defensores del fracking sostienen que el precio de los hidrocarburos permite que esta otrora costosa técnica hoy resulte viable. El consumo de energía es alto, dicen ellos, y sería más oneroso su costo si esta forma de extracción se prohibiera.
Otro argumento en contra de esta técnica extractiva radica en que los fluidos que se usan (recordemos en base a agua) para mantener las fracturas, generan grietas laterales, humedecen la roca y eventualmente se podrían mezclar con el agua de alguna napa si ésta roca separadora finalmente se rompe. Podría darse en casos catastróficos en que el gas se escape contaminando napas o ríos. A esas profundidades aparece un tipo de roca llamada esquisto que suele tener "burbujas" (bolsas) de gas y petroleo y es lo suficientemente blanda como para que esta agua sucia a presión la erosione.
Así como en el caso de la Tierra del Gas (Gasland, documental de 2010), este envío focaliza en el caso del fracking en EEUU, más precisamente casos como el de Dimock, en el estado de Pensilvania donde los terratenientes hacen dinero extrayendo gas de campos donde antes se cultivaba y criaba ganado, mientras que pequeños granjeros locales sufren las consecuencias del aire, tierra y agua contaminados.
Mucha gente toma como referencia a los EEUU como un país modelo, quizá deseen un país donde las instituciones sean tan poco cuestionadas, donde el escaso instinto de insubordinación ante la injusticia parezca tan atrofiado como ocurre allí. La "bravura" que se jactan de demostrar los marines, en guerras cuyas razones desconocen, peleando por su país (o por los intereses de la oligarquía que los gobierna y que jamás sometería a sus propios hijos a esa guerra) no se ve en estos campesinos que mansamente aceptan el avance cruel de estas corporaciones y los perjuicios sobre sus propios cuerpos haciendo muy poco. Cuesta digerir también que en este contexto, el estado de Pensilvania es gobernado desde 2011 (luego del comienzo de las denuncias anti-fracking) por el ultra conservador Partido Republicano, sostenido por los mismos dueños de las petroleras e industrias del gas. La aceptación absoluta de las reglas por parte del pueblo estadounidense es envidiada por muchas élites latinoamericanas que no gustan de lidiar con pueblos rebeldes.
Vale decir que el fracking es un medio usado también en Europa, algunos aseguran que se puede hacer un uso "responsable" del mismo para acallar las críticas (muchas veces con más finalidad política que ecológica) que se oponen a cualquier yacimiento que haga uso del mismo. Tratamos de ser objetivos, lo que se puede ver en este documental de RT es que la situación en EEUU ya es abusiva y dista bastante de lo que aún tenemos por aquí, pero tampoco nos durmamos en los laureles creyendo que esto es algo que pasa allá lejos y jamás nos llegará, bastaría con un leve cambio político en nuestra región para que pronto nuestros ríos se llenen de burbujas, y no de soda precisamente.