Hannah Arendt |
¿Hasta que punto una persona común puede alterar sus límites morales de tal forma que no se horrorice ante un crimen, una masacre e incluso, sea capaz de cometerlos sin por ello dejar de estar cuerda?
Reza una vieja frase que El hombre (por el genero humano) es un animal de costumbres, atrocidades cometidas durante el régimen nazi, el genocidio armenio, los pogroms soviéticos, los bombardeos atómicos, los regímenes dictatoriales (con tortura, desaparición de personas, robos de bebés, asesinatos) y las diversas guerras recientes se explican cuando uno tienen en cuenta que los umbrales de lo inaceptablemente malo pueden variar en una sociedad. Es cuando lo que sería horrible en otro contexto pasa a ser algo "común".
Algunas muertes valen más, según donde ocurran
Los medios de comunicación no están ausentes de esta situación, ante una misma tragedia (catástrofe climática, terremotos o atentados) la cobertura difiere en función del lugar donde el hecho ocurrió. No es lo mismo un atentado ocurrido en Noruega a uno igual cometido en Irak donde parece "normal" que ese tipo de hechos ocurra. Algunos cínicamente afirman que un muerto por un huracán en EEUU pareciera preocupar más a los grandes medios que los miles provocados por el terremoto de Haití. Es más, los habituales huracanes en el Golfo de México se "esperan" en territorio estadounidense sin cubrir su paso previo y cómo esto afecta a otros países, no pocas veces más organizados que EEUU ante estos siniestros.
Como consumidores de medios nosotros también nos acostumbramos a relativizar las tragedias y la muerte según donde ocurran.
¿Una tragedia impacta más cuando afecta poblaciones ricas? Así pareciera que nos la presentan.
¡Praparáos para los fascismos futuros!
Adolf Eichmann |
Hannah Arendt estudió el caso del jerarca nazi Adolf Eichmann, un sujeto de inteligencia común que no presentaba indicios de ser un loco. Así la filósofa llegó a la siguiente conclusión:
Para que barbaridades como el nazismo ocurran no se requiere de locura popular para que sean aceptadas, sino de una crisis y un buen aparato de propaganda.
Arendt dedujo que en la sociedad alemana (como en otras sociedades en crisis) había diferentes estratos:
- Los Nihilistas: En general miembros de élites dominantes, sujetos apasionados por el dinero y afines a cualquier régimen que les preserve los privilegios sin importar las atrocidades que cometa.
- Los Dogmáticos: Suelen ser miembros de las fuerzas armadas y ciertos militantes políticos extremistas que asumen sin cuestionamientos los principios del régimen. Se fanatizan confundiendo al partido, a su ideología con una religión exentos de cualquier discusión. A veces sus filas también las componen miembros de élites (por ejemplo en las dictaduras latinoamericanas) pero fundamentalmente los dogmáticos provienen del pueblo, de clases sometidas.
- El Pueblo: Aquí es donde se requiere un fuerte organismo de propaganda para convencer. Esto debe venir combinado con períodos de crisis, donde el pueblo está desesperado, allí es donde calan las ideologías más espantosas. La crisis es adjudicada justamente a sectores indeseables para las élites: inmigrantes, minorías étnicas o religiosas, ciertos militantes políticos.
Las proclamas de odio populares que usualmente se dirigen a enemigos no del pueblo, sino de las élites históricamente dominantes, generan la crisis social necesaria para que cualquier discurso sea aceptado.
Ya lo sabía Voltaire quien afirmó "Aquel que es capaz de hacerte creer cosas absurdas, tiene el poder de hacerte cometer actos atroces"