La desaparición forzada de personas existió en los regímenes totalitarios (y en algunas "democracias") a través de la historia como una consecuencia de la represión, pero no como algo programado.
La Alemania Nazi, la España de Franco, el Apartheid sudafricano o la URSS de Stalin llevaron a término bestiales represiones no siempre a escondidas de la opinión pública o hasta haciendo alarde de tales matanzas como forma de imponer el terror.
La desaparición de personas programada es un infame invento de la CIA llevado a cabo en Latinoamérica para ocultar el horror de la muerte, para que no exista delito al no existir cuerpo.
Si bien la metodología de la desaparición sistemática halló en Chile (desde setiembre de 1973) y en Argentina (marzo 1976) sus dos ejemplos más aberrantes, las "pruebas piloto" de esta forma de represión se llevaron a cabo en Guatemala y Venezuela durante los años 50 y 60. Puede decirse que en el marco de la Operación Cóndor en el cono sur, la desaparición sistemática se fue "perfeccionando" gracias a la ayuda de las agencias de seguridad estadounidenses que aportaban todo el material necesario para que las desapariciones fueran lo más disimuladas posibles. Aún así, las sospechas sobre un plan orquestado entre las dictaduras sudamericanas para hacer desaparecer opositores políticos no se hicieron esperar.
También las formas de represión se pulieron gracias a la Escuela francesa de Argelia (ver el documental de Marie Monique Robin al respecto).
Que este gran documental de IngerenCIA (TeleSur) no sirva sólo para recordar el espantoso pasado sino para tener en cuenta que depende de nosotros no repetirlo, no podemos caer en los cantos de sirena que nos proponer olvidar el pasado para mirar al futuro.
Hay cosas que, aunque se haga justicia, no se olvidan.
Por la memoria de los que no están y dieron la vida para que abramos los ojos a las injusticias que nos oprimen....
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