Un nuevo tiempo histórico
La historia política va mutando, las técnicas de sometimiento de las mayorías van cambiando con el correr de los tiempos pero los objetivos siempre son los mismos, hacer que los sometidos piensen como aquellos que los dominan. El ejemplo de Donald Trump está muy de moda, quizá por ser el del presidente de EEUU y también por su extravagancia.
Este tiempo histórico donde la batalla cultural está siendo ganada por la derecha a nivel internacional plantea un enigma para los sectores progresistas, cómo hacer frente a esta metodología impuesta por los sectores dominantes que a pesar de ser aparentemente básica, al menos en la retórica, está estudiada por especialistas en control de masas.
Digámoslo así: un candidato de derecha plantea airadas soluciones rápidas a problemas complejos (lo cuales muchas veces exagera) como la inmigración ilegal, la desocupación, el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción (salvo la propia y de amigos), la delincuencia, la inflación, etc. apelando al sentido común de los ciudadanos a través de un discurso sencillo y directo aludiendo a la necesidad de un cambio, palabra que surge permanentemente en los mitines organizados para apoyar a estos candidatos y citados hasta el hartazgo por sus seguidores para justificar un voto sin demasiado sentido. No es de extrañar que el candidato sea miembro del establishment económico local quien se arrogue el derecho de salir a representar a un pueblo por el que no siente ningún aprecio y al que nunca se interesó en comprender.
Las campañas electorales de esta clase de candidatos rebozan de mentiras, exageraciones y discursos pre-armados por especialistas que la sociedad no procura analizar. Esto se debe a que previamente existió un proceso de fragmentación de la sociedad en bandos enfrentados para que el análisis racional de la realidad caiga en demérito de las prédicas fanatizadas de uno u otro bando.
Vale decir que no siempre estos candidatos tienen éxito, a pesar de maquillar su imagen, a los candidatos de la ultraderecha europea les viene costando acceder al poder que por lo general se disputa entre derechas neoliberales y pseudoizquierdistas discursivos (Syriza por citar un ejemplo).
Rico, exitoso y mentiroso
El caso de Trump no es una rara avis, a menor escala se puede hablar de idénticas estrategias que sostuvieron a Mauricio Macri en Argentina o a Pedro Pablo Kuczynski en Perú, los mitos de los empresarios ricos que se hicieron a sí mismos, que por ser exitosos administrando empresas llevarían ese éxito a la administración del país y que el hecho de ser ricos los haría incapaces de robar. Todas falacias fácilmente comprobables en la historia, pero el olvido hace que éstas creencias surjan una y otra vez haciendo que los dominados elijan, defiendan y repliquen el discurso de sus dominadores.
Donald Trump no se hizo desde abajo, heredó una enorme fortuna de su padre quien ya la había recibido del abuelo de Donald, así que no se hizo rico, tuvo que mantenerse como tal no sin algunas complicaciones.
Redes sociales y la post verdad
Hoy los mensajes políticos no llegan a los ciudadanos a través de discursos en actos públicos, sino a través de las redes sociales: Twitter, facebook, Instagram, WhatsApp, etc. asegurando una amplia repercusión y repetición de estos mensajes de tono facilista, frívolo y por lo general carentes de veracidad. En EEUU se cree que uno de los éxitos de Donald Trump fue la gran cantidad de mentiras dichas en la campaña contra su contendiente demócrata, Hillary Clinton, cuyas desmentidas nunca alcanzaron la repercusión de las infamias proferidas y quedaban eclipsadas por infamias nuevas.
Las redes sociales se instalaron para hacer de la política un juego donde la gente disfruta peleándose con desconocidos de otro bando repitiendo rumores falsos por el solo hecho de ser afines a sus creencias. No sería de extrañar que estos enemigos virtuales pertenezcan a la misma clase social sojuzgada por los verdugos que ellos mismos defienden. No faltan tampoco los trolls, aquellos encargados de instalar y repetir un mensaje en redes sociales por un sueldo.
Si estos ricachones impresentables llegan al poder, si logran que muchos de sus votantes se arrepientan casi de inmediato de haberlos elegido, dice mucho de nosotros mismos y nos indica que nuestra sociedad está en un mínimo cultural del que rara vez se sale sin una crisis
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