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jueves, 16 de marzo de 2017

Holanda no es el paraíso

Geert Wilders
Por lo general se tiene a Holanda (Países Bajos) como un país ejemplar donde a través de la historia florecieron las artes y las ciencias en un clima de libertad mientras en otros países europeos reinaba la opresión y el oscurantismo.
Cabe destacar que Holanda fue por años una potencia colonialista que ocupó territorios como Indonesia, Surinam y las Antillas Holandesas (aún bajo su poder) y no necesariamente la bonanza holandesa se repartió hacia esas regiones.
Sin embargo, la imagen que nos viene de Holanda es de una sociedad abierta, segura, poseedora de un bienestar envidiable,... ¿puede vivir intranquila? Parece que sí, en el último tiempo ha llamado la atención el crecimiento de un partido de ultraderecha casi unipersonal encarnado en la figura de Geert Wilders.
Aunque suene extraño, en Holanda se evidencia una fragmentación política similar a la de muchos países de América Latina, con el agravante de que en un sistema parlamentario como el holandés, los partidos deben crear alianzas para formar gobierno. Wilders armó su propio partido basado exclusivamente en echarle la culpa a los inmigrantes de los problemas que tienen los holandeses. Típico de la derecha, dar respuestas fáciles a los problemas de la sociedad acusando a sectores más débiles y apelando al prejuicio contra los extranjeros que en el fondo de su ser tienen estas sociedades.
Wilders caló hondo en los pequeños pueblos del interior, lugares donde uno se cree que es todo ideal y perfecto, pero que concentra gran parte de las creencias que sustentan al candidato extremista, son poblaciones que viven mejor que la mayoría de la humanidad, pero que tienen miedos exagerados ante aquello que no conciben como holandés y atentaría contra su estilo de vida.
La excusa de los partidarios de Wilders es que "es necesario un cambio" (¿dónde escuchamos eso?) y que temen porque en el futuro reine en Holanda la sharía (ley sagrada islámica), la persecución a mujeres y homosexuales y la conversión religiosa de todo el país. En otros contextos similares ya escuchamos estas excusas peregrinas, no hay ejemplo en la historia de países que cambiaran de religión por culpa de la inmigración pacífica. Esos cambios religiosos, culturales y hasta étnicos se dan bajo ocupación y sometimiento, como la implementada por países colonialistas, entre los que contamos a Holanda. Allí vemos la imposición religiosa cristiana en América y gran parte de África, o del Islam a través del Imperio Otomano o el sionismo que se impuso en Israel a la fuerza, desoyendo la objeción de los palestinos.
Recientemente se desató una polémica entre Holanda y Turquía por la prohibición para hacer un acto político a inmigrantes turcos en Holanda, sin embargo parece permitirse que un delirante haga toda clase de actos vociferando calumnias en contra de los inmigrantes por el solo hecho de defender el nacionalismo holandés.
¿Quien apoya a este tipo de candidatos? Parece que ni siquiera en los países desarrollados como Holanda se convencen de que los extremismos de derecha sirven para ocultar a los verdaderos responsables de las crisis: la banca, las monarquías, las empresas multinacionales o los empresarios corruptos. Esto ya se vio contra los judíos en la primera mitad del siglo XX.
En aquel entonces, también parecían unos locos a quienes no se les daba relevancia...





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