La verdad, aunque esté en minoría, sigue siendo la verdad...

La burguesía disfraza su propio interés particular, para que de tal forma, ese interés particular forme parte del interes general

miércoles, 10 de junio de 2020

Las empresas de convencimiento gozan de excelente salud

En 2012 ya se evidenciaba un fuerte grado de concentración en el panorama de medios de comunicación en muchos lugares del mundo.
El caso en el que se centra este documental de aquel año es en España, aunque lo podemos extrapolar a otros países, en particular a los de América Latina.
En este mundo que buscamos replantear, aprovechando la etapa especial que está atravesando, la información no es vista como un derecho humano esencial, sino como un negocio. Muchas empresas ajenas al rubro de la comunicación han comprado diversos medios a través del mundo, algunas incluso vinculadas al negocio armamentístico, se entiende en este sistema capitalista la libertad como un derecho del ciudadano y un privilegio sagrado de los dueños del capital que dirigen la opinión pública según sus intereses bajo la fachada de libre expresión y para eso no hay nada mejor que poseer un medio de comunicación que trate los temas de interés de la corporación moldeando el humor social de la manera más conveniente.



¿Qué es de interés público?
La libertad de expresión de la que tanto se jactan algunos de defender, de criticar su presunta falta en aquellos países apuntados de autoritarios es, para el ciudadano de a pie, tan útil como una caña de pescar en el desierto del Sáhara. Los medios de comunicación concentrados no reflejan la inquietud de los ciudadanos comunes y corrientes sino que la dirigen, los medios hegemónicos, que en el fondo son corporaciones multinacionales privadas, desde una aparente independencia, nos indican lo que está bien, con quien indignarnos y con qué preocuparnos. Muchas de esas cuestiones no nos preocuparían de no ser que los medios que nos brindan su información de manera tendenciosa para que formemos una opinión instalada desde fuera sobre ciertos temas.
Si a usted le preocupa por ejemplo la pobreza, rara vez un medio de comunicación va a destinar demasiado tiempo en hablar de la pobreza a menos que sea para beneficio propio. Si un medio importante mostrara todos los días la situación de la gente que vive en la calle, los barrios sin agua potable, se compadeciera del hacinamiento y mostrara preocupación por la desnutrición infantil, quizá la sociedad comprendería que la pobreza es un problema a resolver, pero claro, la solución al problema de la pobreza viene de la mano de la concentración de la riqueza, y entre los que más riqueza concentran están los dueños de los medios de comunicación. Es por ello que es más probable mostrar a los pobres como parias, delincuentes, holgazanes que están en esa situación porque quieren y no porque un régimen injusto los condena a perpetuarse en ese ignominioso lugar.

Cuando un medio de comunicación hace mala praxis (término que debería existir para los que administran la información) y se lo cuestiona por ello, se escuda en la "libertad de expresión", en que se busca "acallar las voces disidentes". Ni la libertad de expresión es tan importante para el ciudadano común, ni va a ver más limitada de lo que ya es su libre opinión, como bien dice el documental, mi libertad de expresión como ciudadano común no va más allá de lo que puedo decirle a un pariente, vecino o amigo ya que no puedo emitir un mensaje a millones. El problema es que el medio que se cierra no puede manipular a la población, trasladarle sus intereses e inquietudes.


El virus Chávez
El caso simbólico que este documental analiza, es el del presidente venezolano Hugo Chávez Frías, por aquel entonces aún vivo y en el poder. Hasta la gente que dice no confiar en lo que dicen los medios de comunicación tenía una opinión negativa del presidente venezolano. esto indica, que aún la gente que no se informa por los grandes medios hegemónicos percibe la perspectiva de éstos, a través de medios satélites (más pequeños, pero con el mismo punto de vista que los grandes) o desde terceras personas, esto es el éxito de los poderosos en el control del sentido común. Las criticas, ridiculizaciones, burlas y difamaciones vertidas al presidente Chávez por años se han inoculado como un virus en sociedades como la española y en otras más cercanas también.
Esto al punto de que hoy se nos presenta Venezuela como si fuera el infierno en la tierra y todo lo que se asocie a ese país sea asociado al mal aunque muy poca gente haya estado en Venezuela y halla evidenciado lo que se vive allí ya sea malo o bueno.

Han transcurrido 8 años de este documental y podemos decir que el escenario ha cambiado para peor, la concentración de medios se ha acentuado, la manipulación del discurso está intacta y los operativos de difamación contra aquellos dirigentes que osan debatir el verdadero esquema de poder están a la orden del día apenas un mandatario intente captar un mínimo porcentaje de la riqueza obscena de los oligarcas para redistribuir algo entre los menos favorecidos. Allí la amenaza de comunismo, "venezolanización", populismo, corrupción y tiranía fascista emerge de primeras planas y pantallas "libres" de expresarse abiertamente.

lunes, 25 de mayo de 2020

El otro virus que asola el mundo

El cielo es verde
Imagine usted que en una red social se me ocurre publicar un comentario donde afirmo que el cielo es verde y que existe una gran conspiración que nos oculta esta verdad. Usted podrá reirse, burlarse, o incluso diplomáticamente tratará de hacerme ver que estoy en un error. Pero claro, mi plan no es darle la razón, entonces sutilmente puedo sugerir que usted tiene la mente colonizada, que lo han convencido de una mentira y tarde o temprano se sentirá agredida/o y no tardará en insultarme. Si hubiera comenzado por allí, me hubiera hecho el trabajo mucho más fácil.
En ese momento, como buen fanático, pondré en evidencia su intolerancia a mi "libre pensamiento" y por proyección, la toda la gente que cree (con razón) que el cielo es azul.
 Aunque le cueste creerlo, mucha gente que no confía en su propia vista podría solidarizarse conmigo, repudiar su actitud soberbia y hasta quizá empiecen muchos a notar un tono verdoso en el cielo.

Cualquier ignorante pude debatir cualquier tema, hasta los de base científica
Este ejemplo simplón que acabo de presentar es un accionar típico en las redes sociales, el sector generador de simpatías, tendencias y climas de época por excelencia. Las redes como Facebook o twitter son una vidriera para generar emociones, para que usted vea un comentario que le disguste y sienta que debe responder, con la obligación de poner en evidencia al autor del comentario desubicado sin tener en cuenta que esa persona seguramente hizo ese comentario para generar esa reacción suya.
La interacción en redes sociales ha generado diversos grados de fanatismo: terraplanistas, anti-vacunas, conspiranoicos, anti-aborto, favorables al aborto, veganos y la gran variedad que exhibe la política. El fanatismo político suele ser más integral, hay personas que definen cómo pensar según lo que dicta la ideología a la que están atados, en cada aspecto de la vida se posicionan para establecer un dogma. Por ejemplo, hay sectores "de derecha" que defienden el libre comercio, se definen contrarios al aborto, contrarios a los reclamos del feminismo y favorables al endurecimiento de las leyes contra la inmigración y contra delitos urbanos. Pareciera que los ítems enumerados no tienen porqué tener un vínculo en común, son varios, pero sirven para establecer el grado de compromiso de los que quieren pertenecer al sector que proclama todas esas consignas:

"Si el señor X que tanto me agrada se define de derecha, yo debo definirme de derecha también, y si critica a las mujeres, yo debo hacerlo también porque quiero integrar su conjunto de adherentes"

Llegados a este punto, la lista de consignas a seguir y a repetir se transforman en un DOGMA del cual no podemos separarnos. Los seres humanos por naturaleza necesitamos sentirnos integrados a algún grupo social, queremos ser aceptados por otros, incluso somos capaces de efectuar ciertos ritos que nos desagradan para mostrarle a aquellos a quienes aspiramos a acompañar nuestro nivel de compromiso. En política esto se evidencia en el caso de cierto grupo de fanáticos al que denominamos como sobreideologizados porque repiten hasta las comas los discursos de ciertos referentes. Muchos de ellos se dicen defensores de las libertades individuales y cuestionan a sus oponentes en todo debate con motes que perfectamente les cabrían a ellos mismos. Destacan por su afán de proyectar.
Los sobreideologizados son tan "librepensadores" que están identificados 100% con la "derecha" y se autodefinen como "libertarios" o bien se asumen "de izquierda" y algunos se enorgullecen de llamarse trotskistas, o más cariñosamente, zurdos. Unos como otros son dogmáticos, no pueden desviarse un ápice del dogma a riesgo de exclusión, de perder su status, lo que les da entidad, pertenecer a cierta agrupación, ideología o (no se ría) corriente de pensamiento, una de esas donde usted no puede pensar cualquier cosa, debe pensar, opinar y comportarse como los referentes, como "los que saben". En realidad esos fanáticos no son iluminados, están adoctrinados, no tienen capacidad para rebelarse, ni para opinar en contraposición a lo que les marca, digamos, EL PARTIDO. Tienen una fuente de información única, una sola fuente que les impone como ver el mundo y no tienen la sabiduría, ni el nivel para debatir con argumentos propios, sino de los que les inocularon otros. Tampoco pueden, por ignorancia o cobardía, separarse de ese discurso, el miedo a ser acusado de traidor, es tremendo.
Incluso gracias a estos individuos proliferan un gran número de noticias falsas, pero solo aquellas que son afines a su parecer, independientemente de que se las desmienta en algún momento porque cuando llega la desmentida es demasiado tarde, el impacto deseado se obtuvo y ya la gente está entretenida con otra cosa.
 Algunos llegan a ciertos foros a divertirse, a confrontar la forma de ver el mundo que les enseñaron a no cuestionar por temor a convertirse en nadie, a que los rechacen sus camaradas y a que le desconfíen aquellos a quienes atacó. Claro, vienen programados para debatir con ideas pergeñadas por otros, para chicanear, para no dar el brazo a torcer a quienes piensan diferente, porque en su mundillo son pocos y no influyen, necesitan interactuar en otros sitios para sentir que a alguien le generan indignación, es su forma de sentirse vivos, y ante cada insulto, sienten que "ganaron el debate con argumentos sólidos". Y no es así, no quiere decir que ganaron, fueron lo suficientemente obstinados para no conceder nada y se hacen insultar no porque sus oponentes se quedaron sin argumentos, sino porque es natural indignarse ante gente terca, y que muchas veces recurre a excusas que ya se habían debatido para que el intercambio no acabe nunca.
 Tienen la soberbia de creer que el objetivo del debate es hacerles cambiar de opinión a ellos (cosa que no está en sus planes) y no con el fin de debatir sinceramente una problemática específica con seriedad. En estos tiempos de virtualización forzada proliferan estos especímenes especializados en generar emociones rápidas en vez de respuestas elaboradas que no quieren entender y en muchos casos no son capaces de entenderlas. En general las tendencias políticas más retardatarias apelan a los dogmas, a los falsos líderes para sembrar de fanáticos sobreideologizados los sectores de la sociedad a los que se prevé perjudicar. Esto mantiene dividida a la clase trabajadora bajo falsas consignas cuando el verdadero problema es la clase dominante que la oprime. El mejor remedio contra el exceso de los infectados por la sobreideologización es ignorarlos, a menos que para esto también se cree una vacuna...